Hablar del oro es referirse a riquezas y fortunas, pero también es sumergirse en historias turbias, rencores, codicia y muerte. La "fiebre del oro" comenzó en enero de 1848 en Sacramento, California, aún territorio mexicano. Ese año México y Estados Unidos firmaron el fin a la guerra entre ambos estados, y EE.UU. obtenía territorios hasta entonces mexicanos como Nuevo México, Texas, California, Arizona, Utah, Nevada.
En apenas siete años, llegaron más de 300.000 personas a California. La violencia y el odio contra los nativos americanos acabó en genocidio: la población indígena cayó de 150 mil a 30 mil en apenas 25 años, sufrieron hambre, enfermedades y ataques.
Con el desarrollo del comercio mundial, los países industrializados buscaban formas de estandarizar las transacciones y crear un "mercado mundial". En respuesta, se adoptó el patrón oro. El Congreso creó la Reserva Federal en 1913 como una forma de estabilizar el valor del oro y la moneda, pero en 1971 se abandonó el patrón oro. Está claro que las diversas reservas de oro que tenía cada país, con el paso del tiempo han desaparecido. ¿Será que fue recogido por los Illuminatis, Bilderberg y las 20 principales familias que gobiernan el mundo? Fort Knox acoge las reservas de oro de EE.UU. pero hoy en día nadie sabe exactamente si existe oro o, si en realidad es tungsteno bañado en oro.