Desde el mismo inicio del Cristianismo, las enseñanzas revolucionarias de Jesús de Nazaret, no fueron comprendidas, con el tiempo fueron modificadas, mal interpretadas y la propia Iglesia traicionó el auténtico conocimiento dejado con tanto sacrificio por el Maestro Jesús, hasta la actualidad.
Pronto se produjeron persecuciones, los primeros Concilios, donde la Iglesia Católica se hizo dueña y bajo su interpretación fanática, creyéndose poseedora de autoridad sobre la doctrina y unos fieles creyentes, recortaron la enseñanza, cambiaron la Fe y comenzaron las acusaciones de herejías.
En la Edad Media se crearon los Tribunales de la Inquisición, que durarían hasta ser suprimidos en 1834, y mediante sus juicios se llevaron a cabo millones de torturas, condenas y ejecuciones de personas inocentes, todo en nombre de la religión. Muchas veces las denuncias nacían de meras sospechas, intereses o rivalidades, caza de brujas, condenas a personajes como Galileo, Kepler, Giordano Bruno, Juana de Arco, y otros más que fueron quemados vivos en la hoguera.
Igualmente se crearon órdenes como los Jesuitas, conspiradores disfrazados de religiosos, infiltrados en la política, la sociedad, los bancos, todo para controlar el mundo. Como el actual Papa Bergoglio, usurpador del Vaticano, contrario a las enseñanzas de Jesucristo que está llevando a la Iglesia a la degeneración y a su fin.