En el común sentir de las personas de tradición cristiana, los relatos del nacimiento del Niño Cristo y la celebración de la Navidad constituyen una fiesta para el corazón.
Nos dejamos llevar al mundo de la infancia, de la inocencia y de la sencillez en esta mágica época del año, pero los intereses, las guerras y la preocupación por la supervivencia pretenden ahogar este anhelo, impidiendo que se exprese ese eterno niño que cada uno de nosotros lleva en el corazón.
Desde antes del mismo nacimiento del Niño de Belén, las fuerzas opositoras a la luz hicieron todo lo posible para impedir que llegara a este mundo y que pudiera cumplir su gran misión, aunque Herodes el Grande hizo una despiadada matanza de inocentes niños, de la que gracias a la protección divina el Niño Jesús pudo salvarse, sin embargo actualmente también están siendo sacrificados muchos niños inocentes a través de guerras y vacunas y adoctrinándoles para que pierdan la inocencia.
Incluso hoy día las mismas fuerzas oscuras quieren acabar con la bonita tradición de celebrar la Navidad, que es una forma de atacar al cristianismo y destruir la espiritualidad de las personas, y por eso en varios países están anulando los tradicionales mercadillos navideños y otros festejos que son típicos de estas fechas de alegría y paz.
Luchemos por volver a sentir el calor de la Navidad en nuestros corazones, sin ningún miedo ni vergüenza. No nos la quitarán. Digamos a nuestros semejantes ¡Feliz Navidad!