La magia nos aporta felicidad y distensión en estos difíciles tiempos de angustias e incertidumbres que vivimos. Nos permite un espacio para recuperar la belleza de la imaginación y volvernos un poco niños de nuevo, con la simplicidad y la alegría.
A lo largo de la historia, desde la Grecia clásica, el lejano Oriente, Egipto o la antigua Persia, se documentaron relatos de adivinaciones, metamorfosis, animales parlantes, estatuas que caminan, talismanes que curaban enfermedades.
Los "siddhi" o poderes milagrosos de los yoguis, como tocar un objeto a distancia, dominar los elementos... El milagro de la cuerda por la que ascendía el aprendiz de mago y desaparecía, o las grandes historias de la princesa Sherezade de Las Mil y Una Noches, nos transportan de nuevo a una época de inocencia y asombro que bien vale la pena recuperar. El mundo de los genios, lámparas mágicas, alfombras que vuelan, princesas valientes, caballos que surcan el cielo y héroes... son parte de los recuerdos de nuestra infancia. Un mundo de asombro y misterio, donde lo imposible, se hacía realidad.
Más adelante, en nuestro tiempo, ilusionistas como Harry Houdini, el gran mago y escapista que asombró al mundo, David Copperfield entre otros, o el asombroso Cirque du Soleil, mantuvieron antes y ahora, el espíritu de la magia gracias al cual tenemos la seguridad de que todo se puede alcanzar y que la magia está en todas las cosas.