En esta segunda parte de la trilogía sobre magia e ilusionismo, veremos que la magia nos acompaña durante toda nuestra vida, y es igual ahora que hace mil años, y lo será dentro de mil años más.
Todos necesitamos de la magia, está en todo lo que nos rodea y cuando ya no la sentimos o renunciamos a ella, rompemos una conexión imperceptible con todo lo que nos rodea.
No solamente está en los seres fantásticos que nos han sorprendido e inspirado durante miles de años, princesas encantadas, genios que salen de la lámpara, tesoros escondidos, pájaros que hablan… se encuentra también en los momentos en los que creemos en nosotros mismos, en nuestras posibilidades y en nuestra capacidad de levantarnos siempre ante cualquier circunstancia.
La empatía, la resiliencia, el entretenimiento sano, la alegría, la felicidad, el cariño, la expresividad, la diversión, el amor... son estados positivos que pueden modificar nuestras circunstancias en la vida, atraer una luz y una magia que creíamos perdida.
Incluir la magia en la educación, tiene posibilidades infinitas, y las relaciones intangibles entre todas las cosas, amplia nuestras capacidades y posibilidades de desarrollo.
La creatividad, la imaginación, la capacidad de asombro y el entusiasmo son parte de una vida sana y feliz que nunca debemos perder como niños ni como adultos.